—1982 (1984)
Intervención-acción urbana (cartel)
Serigrafía sobre papel
± 7 elementos de 50 x 70 cm c/u
Los nuevos pintores de Antioquia, Museo de Arte Moderno de Medellín – Centro Colombo Americano, Medellín, 1984.
Durante el mismo período en que produce la mayor parte de su Obra impresa/urbana, Adolfo Bernal introdujo una variación en los ya recurrentes carteles tipográficos. Hacia 1982, comienza una serie de intervenciones en los lugares más transitados del Centro de Medellín con sus denominadas Pictografías urbanas, un conjunto de impresiones litográficas con tinta fluorescente sobre papel periódico que contenían grafías abstractas originadas, posiblemente, en grafitis.
En dichas obras se suprimió el uso del texto en favor de la imagen, la cual se concebía, en este caso, como un signo gráfico cuyo significado permanecía en el orden de lo especulativo y ficcional, pues no representaba realmente ningún concepto relacionado materialmente con un objeto de referencia. Contrario a lo que sí ocurre con los pictogramas, signos icónicos dibujados que operan como traducción de enunciados completos, aún sin necesidad de que los emisores compartan la misma lengua.
Pictografías urbanas, intervención-acción urbana, cartel en serigrafía sobre papel, ± 7 elementos de 50 x 70 cm, 1982.
Pictografías urbanas, intervención-acción urbana, cartel en serigrafía sobre papel, ± 7 elementos de 50 x 70 cm, 1982.
Pictografías urbanas, intervención-acción urbana, cartel en serigrafía sobre papel, ± 7 elementos de 50 x 70 cm, 1982.
Usando la misma estrategia pero con una modificación en los materiales, Bernal participó en 1984 en la muestra colectiva Los nuevos pintores de Antioquia, organizada por el Museo de Arte Moderno de Medellín y el Centro Colombo Americano. En ella intervino distintas partes de la ciudad con un conjunto de “pinturas” en vinilo sobre papel usando grafías abstractas similares.
La muestra, cuyo interés se concentraba en artistas que privilegiaban la pintura entre sus medios, acogió −no sin cierta polémica por parte de los otros participantes, según señalaba el artista− estos carteles pintados a mano que apelaban a la concepción más literal del medio, pero al mismo tiempo lo ponían en jaque, pues se subvertían por completo asuntos como la perdurabilidad del soporte y de la obra como tal, además de la condición de su reproductibilidad.
Así, por un lado, resultaba claro que tanto la elección de instalar estas “pinturas” por fuera del espacio de exhibición, como hacerlo justo en los dispositivos utilizados para pegar carteles publicitarios, convertía las pictografías en elementos efímeros y descontextualizados del espacio artístico (la galería o el museo) y, por lo tanto, al margen de su área de influencia inmediata.
Pictografías urbanas, intervención-acción urbana, cartel en tinta sobre papel, ± 7 elementos de 50 x 70 cm, 1984.
Pictografías urbanas, intervención-acción urbana, cartel en tinta sobre papel, ± 7 elementos de 50 x 70 cm, 1984.
Pictografías urbanas, intervención-acción urbana, cartel en tinta sobre papel, ± 7 elementos de 50 x 70 cm, 1984.
Por otro lado, con este sencillo pero elocuente gesto Bernal terminaba por trastocar aquellas condiciones que hacen de la pintura, pintura, en términos convencionales, a saber, entre otros: se trataba de trazos aleatorios y espontáneos que era imposible repetir de forma idéntica en cada cartel; no existía ninguna intención de unicidad −por el contrario, se recurría al múltiple−, y carecía de una atribución autoral evidente. En este sentido, lo que realiza el artista es una acción y es sobre ella −su inmaterialidad y fugacidad− que recae la condición de “ser arte”; es a partir del gesto que se construye tanto la reflexión del artista como el discurso interpretativo, no desde el objeto (la pintura/cartel).
Pictografías urbanas, intervención-acción urbana, cartel en tinta sobre papel, ± 7 elementos de 50 x 70 cm, 1984.
Ya sea con sus Pictografías urbanas, sus carteles tipográficos o en obras como Señal: Fuego, Señal: Norte, Señal: Bienvenida al cometa Halley, entre otras más que se abordan en esta curaduría, Bernal introduce el cuerpo como parte constitutiva de la obra de arte. Recurre al uso de despliegues gestuales que rompen con los paradigmas heredados de la modernidad estética para interpelar los modos de creación y de recepción en un momento histórico lleno de fisuras, pero también de búsquedas.